27/04/2015
Como a muchos, me suele suceder que celebro el cumpleaños varias veces con dististos grupos de personas: familiares, amigos, compañeros de trabajo…Y este año también lo he celebrado repetido además de compartido.
Como a muchos, me suele suceder que celebro el cumpleaños varias veces con dististos grupos de personas: familiares, amigos, compañeros de trabajo…Y este año también lo he celebrado repetido además de compartido.
Dada mi nueva afición no perdí la ocasión de realizar un
delicioso postre que además de cumplir con la tradición de apagar las velas
fuera motivo de obsequio para mis “colegas cumpleañeros”.
Un buen reto tenía por delante. Tenía que hacer un pequeño
pastel con tres personajes que reflejara a cada uno de nosotros.
Elegí como tema la afición que nos hacía a cada uno más
feliz y el resultado fueron estos tres personajes: La cantante soprano de ópera
(mi amiga Mari), el maestro de Bridge (mi amigo David) y la pastelera (yo).
Al finalizar todos los muñecos de fondant, me di cuenta de
que tenían bastante parecido con su original, así que, llegado el día de nuestro
encuentro, nos sentimos muy identificados con nuestro personaje, lo que supuso
un buen rato de comentarios, risas y buen humor, entre foto y foto para
inmortalizar el momento.
Del pastel no quedó ni un trocito, pero los muñecos… ¡ni
tocarlos!. Cada uno se llevó a casa el suyo como recuerdo de una entrañable y
divertida velada.
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