Bibian's

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La iaia

lunes, 8 de junio de 2015

La maceta con flores

¡Caray con el horno!

Cansada de pelearme con mi nuevo horno, pedí auxilio al pastelero de la familia y, ¡por fin!, gracias a sus indicaciones y consejos, conseguí el tan deseado bizcocho.

No recuerdo cuantos bizcochos preparé en total pero aseguro que, entre los que tiré, por incomibles, y los que nos comimos mojados en el café con leche, fueron un montón.

Superada la gran prueba del bizcocho y con el material necesario para empezar,  ya podía dedicar mi tiempo a elaborar las flores que decorarían mi primer pastel.

Fue una buena idea seguir el tutorial de las rosas rusas, a pesar de “sufrir en el empeño”, conseguí iniciarme en la técnica de elaboración de flores de fondant. Estaba convencida de que, a pesar de que me quedaba mucho por aprender, había llegado el momento de intentar preparar la maceta de flores.

Me di cuenta de que no tenía lo necesario para elaborar todas las flores que quería hacer, así que me puse en marcha de nuevo de tienda en tienda, a buscar lo que me faltaba: cortadores, fondant de calidad, etc.

Con la experiencia adquirida en mi primera rosa, comencé a trabajar una a una, flores de distintos tamaños, formas y colores, para la atrevida maceta.

Llegó el día de convertir la idea en realidad. No estaba segura de lograr un buen resultado pero ¿Qué podía perder? De salir mal, algo bueno habría aprendido y si salía bien, me daría energía para dar nuevos pasos.


Ante un bizcocho más que aceptable y con el cuchillo en la mano, comencé, con paciencia y con cierto temblor de manos, a cortar, rellenar y modelar el bizcocho con forma de maceta.

Una vez cubierto de una deliciosa capa de fondant de chocolate comencé a colocar todas las flores a mi antojo. Al terminar no podía creer que lo que estaba ante mis ojos, lo hubiera hecho yo.

Ver la cara de mi hija al ver su pastel compensó todo el esfuerzo y las horas dedicadas a elaborarlo. Daba pena comerlo pero esa es su misión, ser comido para el deleite de los sentidos.


El pastel cumplió todos sus objetivos. Fue motivo de disfrute tanto para la vista como para el paladar y, me demostró que, a través de la pastelería creativa, podía expresarme artísticamente.

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